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La Feria del Libro, Editora Nacional, FLAM y Yaina Melissa Rodríguez |
Randolfo Ariostto Jiménez / Escritor.
Para nada es secreto que las reciente dos ferias internacionales del libro de Santo Domingo han representado sendos parte aguas respecto a lo que el magno concilio de la cultura nos tenía acostumbrado, sin desmeritar el tesón mostrado por los organizadores de sus versiones precedentes. Seamos modesto y reconozcamos que la feria atraviesa una buena racha en cuanto a logística, organización, acomodo del visitante, del librero, del escritor vernáculo o foráneo, y sobre lo anterior, mantiene el ojo puesto en la calidad de cara a un futuro que merece ser mejor y un presente que merece de lo bueno.
Empecemos por mi acopio de libros en el presente año, 2024, para los que me leen desde el futuro, "Antonio Imbert Barrera en la post dictadura. ¿Héroe o villano?" del historiador multipremiado Rafael Darío Herrera Domínguez, cuya labor ensayística jamás decepciona y baste esta obra para corroborarlo: madura, impregnada de datos históricos, analizados con meticulosidad, y anécdotas edificantes. Tuve la fortuna de encontrarme con el poeta y gestor cultural Papo Fernández de Santiago Rodríguez, (en la ponencia del culturólogo y periodista Racso Morejón, en la Sala Juan Lockward del Teatro Nacional), quien puso en mis manos dos hermosos breviarios de su intelecto; “De mi libro azul” y “poemas citadinos”, a los que tengo en el turno de espera para ser devorados cuanto antes.
Me encontré con la inmensa poeta Isis Aquino y no desaproveché el tiempo para adquirir en solo quinientos pesitos su “Desandar el abismo”, de Editorial Pulpo; exquisito; “un Isis Aquino por solo quinientos pesitos es una ganga”, parafraseando al griego que compró a Platón. De Santuario Editorial, adquirí “Temblor de la espera”, texto de Taty Hernández Durán, maravillosa y entrañable su majestad Taty, el cual esperaba adquirir con sumo temblor de tanto esperar la chance.
En el stand de Editora Nacional la buena racha alcanzó proporciones de sacarme la loto o mejor, “el premio gordo” de los libros, pues de una sentada enfundé “Trópico nevado” de José Acosta, recopilación de cuentistas dominicanos en Estados Unidos; segunda vez que lo compro y es probable que vuelva a desaparecer de mi anaquel, por esa tendencia mía a continuar prestando libros; “Sin pasar por go”, narrativa contemporánea dominicana, selección de Rita Indiana, qué puedo endosar, es un Rita Indiana y “es narrativa contemporánea dominicana”, vamos bien, algo estamos haciendo bien. Ya sé, ya sé, tengo predilección por “Los muchachos del parque Duarte, cuya presentación degusté en primera fila, literal, con poemas declamados en voz de varios de sus antologados, una camada de demonios terroríficos e indomables de nuestra versainografía local: Luis Reynaldo Pérez, sin duda uno de los jinetes del apocalipsis, Glaem Parls; el leviatán cibaeño de Joaquín Castillo, Alexei Tellerías, otra vez Isis Aquino; Ricardo Cabrera, Natacha Batlle; Luis Grahan Castillo, José Ángel Bratini, Belié Beltrán; Edwin Solano Reyes, Frank García, Bernie Pérez y Yaissa Jiménez; qué les digo, poesía por calidad propia donde la ciudad, el rechazo al sentido de lo banal y el rescate de las pequeñas derrotas que maquillan nuestra cotidianidad, esa extracción poética sorprendida con sabor postumismo de ciudad, ¡Olimpo en el bajo imperio! y novísima aproximación al delirio utópico me colmaron de orgullo; ¡Cuánta falta hace esta poesía en el reguetón nuestro de cada día!
Quienes me siguen saben que me volví a deleitar con “La utopía de américa y Seis ensayos en busca de nuestra expresión de Pedro Henríquez Ureña, soy débil con los maestros, lo admito; y tampoco podía darme el lujo de no volver a tener en mi estante a “Crónicas crónicas” de René Rodríguez Soriano, que se me fue sin el Premio Nacional, culpa de nadie y aun así duele; mi otro René, junto a Del Risco y mi compadre el doctor Lozano.
Del “querido primo” me endilgué “El recorrido poético de Domingo Moreno Jimenes”; primos lejanos, muy, muy lejanos, (él en el cielo y yo acá en el sótano pero me unto), que no necesita prolegómenos ni prefacios, portentoso Moreno Jimenes, y ya está. Y pásenme “Los huéspedes secretos” de Manuel Del Cabral, ¿verdad que estaba en racha?, “Nuevas Aguas de Dos ríos” de Rhina P. Espaillat en Español; con selección y Prólogo de César Sánchez Veras, atinada elección, ¿cierto?, y no menos importante” Pájaro que hace cantar al Árbol” de Aquiles Julián, que este bardo tampoco necesita fanfarrias, inmenso, durísimo el vate. Y por poco se me cae del escritorio “Invitación a la lectura” de Camila Henríquez Ureña; impostergable relectura desde siempre.
Pero la buena racha no mermó con dejar el stand de Editora Nacional porque los “inseparables de la cultura” ahora migrando al cielo editorial me permitieron conseguir por segundo año consecutivo y esta vez autografiado “Eso de cielo” de Márlex Indhira y por coronación “Mala racha” de Yaina Melissa Rodríguez, Editora FLAM, de los pantagruélicos Fundación Literaria Aníbal Montaño, de San Cristóbal para el mundo. Este último texto, recopilación de cuentos, varios de ellos ganadores de concursos nacionales, que me costó llorar un río ver como hacía para que la autora me lo autografiara y solo conseguí un abrazo y esas sonrisas que en su rostro saben a coco y chocolate blanco, porque lo tenía tan cuidado en la mesita de noche del Court Yard By Marrioott Santo Domingo, donde Cultura tuvo a bien alojarme, (grata experiencia por demás y mi agradecimiento a las muchachas del protocolo); que olvidaba llevarlo para que la estratosférica narradora me lo firmara. “Mala racha” es una lectura que corona mi buena racha; me recuerda los devaneos de Gustave Flaubert, por aquello de la difícil acometida que es guisar la sencillez sin sacrificar el intelecto, como dijera el escritor aquel de cuyo nombre no suelo acordarme, mientras más fácil te resulte una lectura, más esfuerzo y dedicación le impregnó su autor.
El equilibrio entre frescura y madurez de Yaina es delicioso, cuanto orgullo, y al sincerarme con estas palabras no pretendo ser benévolo, “la carajita tiene al diablo metido cuando escribe”, no recuerdo a quién le dije; kafkiana con la parejita gris del primer cuento, la vida en gris jamás me será más quejumbrosa y adictiva, “Alita de los Ángeles” te partirá en cuatro la madre de los finales inesperados y sin “jugar al Azar”, comprobarás su profundidad y respeto por el lector. Aun no me acabo el libro pero restan puros cuentos amenazados de genialidad, algunos ya leídos, otros pre recomendados por enjundiosos lectores que para me extiendo; Melissa, La Yaina es de amarras y mucho más.
Vuelvo al vuelo para decir, algo estamos haciendo bien porque la buena racha de Editora Nacional, FLAM, la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo no me parece coincidencia, ahí adentro hay gente trabajando, sí; vamos bien y por supuesto que gracias, por dar lo mejor de ustedes y nosotros un año más, que siga la racha.