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| El Desafío de la Autoridad en la Educación: ¿Hasta Dónde Cede la Escuela? |
Por Raydina Lora
La educación es el pilar fundamental de cualquier sociedad, pero la situación actual en los centros educativos se ha tornado insostenible para muchos docentes. El creciente irrespeto y la falta de límites, tanto por parte de algunos estudiantes como de ciertos padres de familia, están generando un clima de agotamiento y desmotivación en las aulas. Parece que, en un intento por fomentar la inclusión y el diálogo, el Ministerio de Educación ha cedido demasiada autoridad a las familias, debilitando la figura del profesor.
Históricamente, el profesor gozaba de un respeto inherente a su rol de guía y transmisor de conocimiento. Hoy, esa autoridad se ha visto erosionada. Los docentes enfrentan no solo el desafío pedagógico de captar la atención de estudiantes en un mundo saturado de información, sino también la constante intervención y fiscalización de padres que, en ocasiones, cuestionan decisiones disciplinarias o metodológicas sin un conocimiento completo del contexto educativo.
El problema no reside en la necesaria participación de los padres en la vida escolar de sus hijos, sino en la confusión de roles. La escuela es un espacio donde se aprenden normas, convivencia y respeto a las figuras de autoridad. Cuando un estudiante no cumple con las reglas y la respuesta inmediata de los padres es defenderlo incondicionalmente y atacar al docente, se envía un mensaje claro: las reglas escolares no importan.
El resultado de este ambiente es un profundo agotamiento o burnout entre los profesionales de la educación. Se encuentran atrapados entre la presión de cumplir con un currículo cada vez más exigente, la necesidad de manejar la indisciplina creciente (a menudo sin el respaldo institucional necesario), y el temor a las repercusiones legales o administrativas derivadas de las quejas de los padres.
- Pérdida de Tiempo Lectivo: El tiempo que el profesor debe dedicar a manejar conflictos y situaciones disciplinarias es tiempo que se resta a la enseñanza efectiva.
- Desmotivación: La sensación de que su esfuerzo y autoridad son constantemente minados lleva a los docentes a retirarse emocionalmente o, en el peor de los casos, a abandonar la profesión.
Es imperativo que el Ministerio de Educación reafirme el valor y la autoridad del docente dentro del aula. Esto no significa regresar a modelos autoritarios del pasado, sino establecer un marco de corresponsabilidad clara.
1. Revisar los Protocolos Disciplinarios: Los centros deben contar con protocolos claros, innegociables y respaldados por el Ministerio, que permitan a los profesores imponer límites y consecuencias efectivas a la indisciplina sin temor a ser desacreditados.
2. Educar a las Familias: Se deben fomentar programas que recuerden a los padres su rol: el hogar educa en valores, la escuela instruye. El respeto a la figura del maestro debe ser un valor fundamental promovido desde casa.
3. Fortalecer la Figura del Profesor: El docente necesita sentir que la institución escolar y el sistema educativo lo respaldan cuando actúa en el marco de las normas.
Solo cuando el triángulo Estudiante-Familia-Escuela se equilibre con respeto mutuo y entendimiento de los límites de cada rol, podremos garantizar un entorno educativo sano y productivo, donde los docentes puedan dedicarse a su verdadera misión: enseñar.
La autora es Orientadora y Neuropsicopedagoga
