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| El desafío de pensar en la era automatizada: pensamiento crítico vs inteligencia artificial |
Por Licda Josmir Pérez
La integración de la inteligencia artificial (IA) en el ámbito educativo representa uno de los cambios paradigmáticos más significativos de la era moderna, actuando como una nueva lente a través de la cual interactuamos con el mundo. El problema central radica en que, si bien la IA ofrece herramientas para agilizar procesos, su uso inadecuado puede minimizar el desarrollo del pensamiento crítico al fomentar la pasividad en los estudiantes, quienes podrían volverse dependientes de las respuestas automáticas de las máquinas.
La IA se define técnicamente como la capacidad de las máquinas para replicar o imitar la inteligencia humana mediante algoritmos que aprenden de grandes volúmenes de datos.
A diferencia del pensamiento crítico, que es una habilidad humana para observar, cuestionar y evaluar objetivamente una situación, la IA opera bajo sistemas probabilísticos que proporcionan resultados en tiempo reducido. Esta rapidez puede desmotivar el esfuerzo intelectual, llevando a los aprendientes a conformarse con procesos de "cortar y pegar" sin ser conscientes de la veracidad o calidad de la información. Además, la existencia de la "caja negra" u opacidad algorítmica dificulta la comprensión de cómo estos sistemas llegan a sus conclusiones, lo que representa un desafío cognitivo y ético tanto para alumnos como para docentes.
Un aspecto crítico de esta mediación tecnológica es el impacto de los sesgos y la privacidad de los datos. Los algoritmos pueden heredar prejuicios de sus desarrolladores o de bases de datos sesgadas, lo que resulta en discriminaciones de género, raza o clase que se perpetúan de forma automatizada. Esto afecta directamente la formación de una ciudadanía democrática, ya que el pensamiento crítico debe servir para cuestionar las realidades presentadas y no solo para aceptar pasivamente resultados algorítmicos.
Asimismo, la "clusterización" o creación de "burbujas de filtrado" restringe la diversidad de perspectivas, limitando la reflexión colectiva y el contacto con opiniones divergentes, elementos esenciales para el crecimiento intelectual.
Ante este panorama, la educación no debe ver a la IA como una amenaza, sino aprender a convivir con ella de manera ética y transdisciplinaria. Es imperativo rescatar habilidades netamente humanas que las máquinas no poseen, como la empatía, la creatividad genuina y el liderazgo ético. El papel del docente es vital para transformar la IA en una herramienta que potencie la investigación y el cuestionamiento socrático, en lugar de ser un simple sustituto del pensamiento.
En última instancia, el desarrollo de la "alfabetización en IA" (AI Literacy) dentro de los currículos de educación mediática es el camino para garantizar que los ciudadanos mantengan su capacidad de juicio independiente frente a la automatización del conocimiento.
Para entender esta relación, podemos imaginar que la inteligencia artificial es un potente motor en un vasto océano de datos; sin embargo, el pensamiento crítico sigue siendo el timón y el mapa que permiten al navegante no solo moverse rápido, sino decidir con conciencia hacia dónde se dirige y por qué.
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| Josmir Pérez |
La autora es candidata a doctora en el uso de la Inteligencia Artificial Generativa para la enseñanza de la Lengua en la Universidad Autónoma de Santo Domingo; magíster en Lingüística Aplicada a la Enseñanza del Español en la UASD. Docente en universidades nacionales e internacionales.

