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Violaciones en República Dominicana ¿Una epidemia silenciosa o crónica de silencios no anunciados? |
Por Joan B. Taveras
Septiembre 2025
Últimamente, hemos estado viendo las noticias crecientes de caso de presuntos abusos y violaciones que inundan el país, bajo mi punto de vista, esto (sumando el caso de Villa González, que está causando revuelo inevitable en la sociedad) se ha vuelto una especie de llamada de alerta a nuestros valores como sociedad, a nuestros valores en cada una de las familias dominicanas, posiblemente, donde nacen los valores en nuestra sociedad.
Pero, ni podemos esperar mucho, si estamos viendo los resultados de una crianza de machismo, oportunismo y falta de manejo de límites, que favorece que conductas antisociales proliferen eventualmente, recordando que las violaciones suelen ser actos de fuerza mayormente, actos de poder, actos que priorizan la gratificación y el remarcar el poder sobre la persona a quien atacan.
Un ejemplo se empieza en la calle, es imposible que nadie viviera la situación cuando se favorecen los piropos inapropiados, que van desde un silbido, hasta un ‘’psst psst’’, y si se molesta, tildar de aburrida a la persona, aún si ella no quiere, esto sería un pequeño despliegue de fuerza hacia la persona afectada.
Otro ejemplo sería, que seguramente escuchamos: cuando justificamos que una mujer está en estado de ebriedad, solo porque dijo ‘’Si’’ para aprovecharnos de ella, cuando la señalamos con el dedo por ‘’andar bebiendo de más’’ o ‘’estar sola o sin compañía’’ o ‘’buscarlo’’, esos serían los primeros pasos para empezar actos como los que hemos visto recientemente.
¿O qué tal este, que todos hemos vivido propio o de otra persona: cuando justificamos usar nuestra fuerza para aprovecharnos de alguien porque ‘’Es inmigrante ilegal’’ (en referente al caso en que atacaron a una mujer haitiana), ‘’el que paga manda’’ , ‘’si no lo hace, no trabaja’’ ‘’¿Sabes quién soy yo?’’ o ese tipo de cosas, vulnerando la dignidad de alguien, y esto escala a actos degradantes cuando esto cae en la mente de personas con ciertas conductas antisociales, cuando estas atacan eslabones pequeños.
O el mero hecho de salir solas, culpar a la víctima por "salir sola a altas horas de la noche’’, ‘’vestir de una forma que invita al acto’’, o alguno de los pretextos, o primeramente validar al abusador sin tomar en cuenta el dolor de la afectada, señalándola con el dedo por ‘’infamar’’, aún cuando se debería preguntar más al violador ‘’¿Qué nos hace creer que no hiciste esto?’’.
Además, el mero hecho de rechazar a la víctima, el cerrarle las puertas al mercado laboral, el estigmatizar a la víctima o acusarle de adjetivos diversos. ¿Acaso no le bastó que le arranquen la dignidad los presuntos agresores, sino también que la propia sociedad le de la espalda a la víctima del abuso, revictimizando a la persona afectada?
Incluso, cuando se culpa a la víctima de ‘’estar donde no estaba’’, esto es un ligero ejemplo de lo desajustada que está nuestra sociedad, que es urgente reforzar y trabajar los valores, que parecen estar perdidos, de las siguientes maneras:
-Promover a nuestros jóvenes la idea de que ‘’NO es NO’’, y que de lo contrario, es abuso.
-Promover que ‘’El consentimiento de una mujer ebria o drogada NO EXISTE’’, si no puede siquiera comentar su nombre, NO LA TOQUES.
-Promover a las amistades, (y el escoger cuidadosamente las amistades), el NUNCA dejar sola a sus amigas, ante grupos masivos, si ella está bajo influencia.
-Enseñar a nuestros hijos los valores de respeto, cuidado y límites, no dejarse llevar bajo ‘’instintos carnales.’’
-Enseñar a nuestros hijos en una cultura de igualdad de género, reconociendo que NADA justifica el aprovecharse de una mujer, que ella no es un objeto, ni mucho menos un logro que se debe atacar.
-Y SOBRE TODO: CONDENAR Al que esté imputado y se confirme que ataque.
Además, para todos los psicólogos, esto es una oportunidad para aprender el lenguaje corporal cuando alguien declara contra un abuso, especialmente contra los presuntos agresores, y exigir a las autoridades el uso de herramientas psicométricas, para así facilitar el peritaje, y el uso de herramientas para las víctimas afectadas, de manera que se pueda así evitar que la sociedad llegue a g revictimizar a las mismas.
Y sobre todo, enseñar en el hogar, desde el inicio, desde la familia, promoviendo el respeto a los iguales, desde la infancia, y detectar las señales tempranas, para que estas puedan tratarse y se puedan corregir, para evitar, de la manera posible, cualquier signo que desemboque en cualquier conducta antisocial.