Hace 18 años y con apenas 10, el entonces niño Andrew Pérez, nacido en Orlando, Florida, vio por primera vez, en casa de su abuela Ana Rosa, una chaqueta de los Tigres del Licey.
Si bien su familia es oriunda de Santiago de los Caballeros, su abuela es una ferviente liceísta, y luego la vio vestir la chaqueta de Dominicana del Clásico Mundial. Esos gratos recuerdos hicieron que Andrew empezar a sentirse azul, y también dominicano.
Hoy, con 28 años, Pérez no sólo ha cumplido el sueño de jugar por el equipo de su abuela, sino que también dejó su nombre plasmado en la historia de los Tigres, al quedarse con la victoria del sexto partido más largo en las finales dominicanas.
“Fue un partido de hombres, imagínate 14 innings, todos los relevistas lanzaron, muchas entradas en blanco y un verdadero duelo. Estamos en la final y haber trabajado como lo hice para ganar el primer juego, fue algo muy grande”, asegura Pérez.
El zurdo fue seleccionado por los Medias Blancas en la octava ronda del draft del 2018 y recibió un bono por US$ 150,000. Ha jugado en las ligas menores, México y Japón.
“Siempre soñé con una actuación así, desde niño he sido liceísta, y verme ahora en la final con mi equipo, es un sueño hecho realidad", dijo Pérez, al tiempo que indicó que “jugar béisbol en el sistema universitario es muy diferente. Si te ves en una situación difícil como la de entrar a lanzar con bases llenas, tratas de sacar los outs y es parte del juego. Aquí no es así. Aquí siento un compromiso más grande por todo lo que significa la pelota aquí".